jueves, 18 de septiembre de 2008

Reforma rural en China


China tiene pocas tierras de cultivo, una población enorme por abastecer y demasiados campesinos.

El gigante asiático alimenta a más del 20% de la población mundial utilizando el 6% de las tierras cultivables del mundo. De las cuales solo el 28% son consideradas muy productivas.

Además China tiene más de 700 millones de campesinos.

Este difícil reto ha sido asumido mediante un sistema de distribución según el cual el gobierno chino es el propietario de todas las tierras y los campesinos tienen contratos de uso de las mismas hasta por 30 años.

Con el inicio de la política de reforma y apertura en China, se puso en práctica este sistema de responsabilidad contractual familiar, por el cual las tierras pasaron a manos de las familias individuales. La propiedad de la tierra siguió en manos del Estado y su distribución a cargo de la comunidad.

Las familias recibían el derecho de usufructo de las tierras según el número de personas por alimentar.

Sin embargo, con el devenir del tiempo, una serie de factores han llevado al gobierno chino a tomar la decisión de poner en marcha una reforma rural que entre otras medidas, amplía los derechos de disposición de las tierras por parte de los campesinos. Los motivos son varios.

El nuevo motor del crecimiento

La crisis financiera global y la ralentización de la economía china han sido para muchos el factor detonante de esta reforma. La adversa coyuntura mundial ha enfatizado la necesidad de acelerar la reforma rural.

Se prevé que las exportaciones chinas caerán drásticamente como resultado de la contracción económica mundial. Frente a lo cual las autoridades buscan estimular el consumo interno para así compensar el enfriamiento de uno de los principales motores del crecimiento económico chino.

El desarrollo del consumo en las ciudades chinas marcha sobre ruedas, pero aún no es suficiente. La clave está en hacer crecer el consumo en las zonas rurales del país, donde viven dos tercios de la población nacional, unos 750 millones de personas.

El potencial de crecimiento del consumo en el campo es vasto, pero el problema es el nivel de ingresos de los campesinos.

El ingreso promedio en las ciudades es 3.3 veces mayor que el del campo, por ello el gobierno ha establecido como meta duplicar los ingresos del campesinado hacia 2020.

Las reformas de Deng Xiaoping a inicios de los 80 duplicaron los ingresos de los campesinos en solo cuatro años, pero más tarde la creación de un mercado inmobiliario urbano se convirtió en una enorme fuente de riqueza en las ciudades, lo que acentuó la brecha de ingresos entre campesinos y habitantes urbanos.

Y justamente, una herramienta de gran utilidad para aumentar la capacidad adquisitiva de los habitantes rurales es otorgarles más libertad para disponer de sus derechos sobre las tierras, para lo cual es necesaria una reforma rural.

Por otro lado, aumentar la productividad agrícola es indispensable por dos motivos importantes.

La demanda de alimentos en las ciudades es imparable. Si bien los campesinos chinos producen casi 50% más granos que en los años 80, este nivel no es suficiente para abastecer los cada vez más altos requerimientos alimenticios de las zonas urbanas.

Además China busca la autosuficiencia en la producción de granos, asunto crucial dada las alzas en los precios mundiales de los alimentos.

Y por último, el factor social. El proceso de urbanización ha restado tierras al agro, las que son expropiadas a los campesinos a cambio de poco o nada.

Y lo que es peor, buena parte del dinero de las indemnizaciones va a parar a manos de funcionarios corruptos. Asunto que ha provocado una gran ola de protestas en los últimos años y amenazando seriamente la estabilidad social.

¿En qué consiste la reforma?

Se otorgan más derechos de disposición a los campesinos, pero manteniendo la propiedad pública de la tierra.

Ahora los campesinos podrán alquilar, subarrendar y transferir los derechos de uso de la tierra y además usarlos como garantía para solicitar créditos. En otras palabras podrán capitalizar la tierra que contrataron del Estado.

En cualquier caso, la reforma no cambia la naturaleza de la propiedad colectiva de la tierra ni el uso de la misma.

Además, para asegurar el suministro nacional de alimentos, las autoridades mantendrán un mínimo de 120 millones de hectáreas de tierra destinada a la agricultura.

Objetivos

La transferencia de derechos de uso sobre la tierra permitirá la formación de granjas más grandes y eficientes.

La solución propuesta consiste en pasar de un sistema basado en familias que explotan sus pequeñas tierras de manera individual a uno en el que la tierra es trabajada a gran escala

Se espera que un cambio en la gestión y explotación de las tierras, aumente la productividad agrícola.

No obstante, el fin primordial de esta reforma es reducir las desigualdades entre el ámbito rural y el urbano. El gobierno espera estimular el desarrollo de las zonas rurales y con ello los ingresos de los campesinos.

Otro propósito sería paliar una fuente de descontento social: el abuso en la expropiación de tierras por parte de autoridades locales.

Varios analistas califican a esta reforma como tímida e insuficiente.

Al respecto habría que anotar que su carácter gradualista deriva de que la tierra en China no solo es un medio de producción sino también de supervivencia.

La mitad de los campesinos chinos cultivan principalmente para comer. El 70% de los campesinos solo puede producir un pequeño excedente para comercializar.

Asimismo, los servicios de asistencia social en el campo son escasos por lo que para muchos campesinos, la tierra es todo lo que tienen para su subsistencia.

En tal sentido es importante que los cambios vayan de la mano con una red de seguridad social y atención médica que incluya a los campesinos.

En buena cuenta esta reforma forma parte de un plan de desarrollo rural integral, que esperemos por fin logre asimilar el estatus social y político de los campesinos al de sus compatriotas en las ciudades.

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