viernes, 18 de julio de 2008

La montaña rusa china

Las bolsas chinas[1] después de ser catalogadas como las de peor desempeño en todo el mundo en el año 2005, cerraron el 2006 con una subida de 130% anual, y en 2007, su crecimiento superó el 100%. En estos últimos dos años, estos mercados se llevaron el título de los de mejor rendimiento a nivel mundial.

Entre junio de 2005 y octubre de 2007, el índice referencial de las bolsas chinas pasó de los 1000 a los 6 mil puntos, lo que equivale a una subida de 500%.

El 2007, de otro lado fue un año en el que el mundo volcó su atención hacia el mercado de valores chino y no solo por su espectacular subida.

En febrero de 2007 tuvo lugar el llamado lunes negro, cuando por primera vez el desplome de las bolsas chinas desencadenó un efecto dominó en los mercados mundiales, lo que puso de manifiesto el potencial influjo en la escena mundial, de este hasta hace poco ignorado mercado.

Durante el mismo año, la capitalización de las bolsas de la parte continental de China se situó en 4.6 billones de dólares, superando a la bolsa japonesa. Y el 7 de octubre de 2007, el valor del mercado de valores del país superó al PIB del año anterior.

Una serie de ofertas públicas iniciales de alto calibre, tales como las de PetroChina y el Banco de Construcción de China contribuyeron a elevar el valor del mercado. Vale destacar que China ocupó el primer lugar mundial por volumen de ofertas públicas iniciales en 2006 y 2007, con una recaudación aproximada de 160 mil millones de dólares.

El año pasado, la exuberante subida del mercado desató una fiebre inversora, durante la cual se abrieron un sinnúmero de cuentas de inversión. Según estadísticas oficiales, hacia fines de agosto pasado, el número de cuentas en manos de inversores particulares llegó a casi los 118.7 millones. Hoy se calcula que el 57% de los inversores en la bolsa de Shanghai son particulares.

Parte de este boom obedeció a que los ciudadanos chinos tienen pocas opciones de inversión a nivel local y en el exterior. El problema está en que la mayoría de estos inversores son novatos, y no buscan asesoría profesional. Entre ellos hay estudiantes, jubilados, campesinos y hasta monjes.

Altos funcionarios chinos expresaron en su momento su preocupación sobre una burbuja en el mercado de valores y la falta de precaución de los nuevos inversores.

Y tenían razón. Por una serie de motivos locales e internacionales, desde fines del año pasado la burbuja empezó a desinflarse. El índice compuesto de Shanghai, ha perdido alrededor de un 50% desde mediados de octubre pasado. En solo en unos 5 meses se hundió bajo los 3 mil puntos.

Al margen de las advertencias de las autoridades y de la entonces tendencia alcista del mercado, la mayoría de los inversores chinos confiaba en que su gobierno no dejaría que la bolsa se desplome en vísperas de las Olimpiadas, dado el gran descontento que causaría a la enorme cantidad de personas involucradas.

Analistas chinos dicen que muchos inversores todavía creen que podrían volverse ricos en la bolsa si tan solo lograsen leer correctamente las mentes de sus dirigentes.

Y existe un fundamento para ello. Desde su creación, las bolsas chinas han sido consideradas un instrumento político del gobierno y por ello existe una fuerte presión para que las autoridades hagan algo para “rescatarlas”.

Hasta hace poco los mercados financieros de la parte continental de China estaban prácticamente aislados del mundo, muchos decían con ironía que parecían de “otro mundo”.

No obstante, la integración de China con el resto del mundo financiero ha ido creciendo cada vez más, para bien y para mal, lo que también ha repercutido en sus bolsas.

A pesar de todo, una tabla de salvación llegó en abril, cuando el gobierno dispuso una disminución en el impuesto a las transacciones bursátiles, lo que provocó la mayor subida diaria de la bolsa en más de 6 años.

Sin embargo, el efecto deseado se ha ido desvaneciendo y el llamado ejército de pequeños inversores chinos se ha dividido entre los que siguen esperando la intervención decisiva del gobierno y los que han aprendido la lección. ¿Quiénes tenían la razón? El tiempo lo dirá, ya solo quedan unos 20 días para las Olimpiadas.



[1] Las bolsas de valores de la parte continental de China son dos: la de Shanghai y la de Shenzhen y su creación data de 1990.

viernes, 4 de julio de 2008

¿Por qué subir el combustible ahora?

Aumentar los precios del combustible era inevitable para China, el último incremento se dio en noviembre pasado y desde entonces los precios internacionales del petróleo han aumentado un 45%. Un abismo separaba los precios locales de los carburantes y el costo internacional del crudo.

Pero todos esperaban que Beijing postergue el alza en los precios del combustible hasta después de las Olimpiadas, para que ningún brote de malestar social perturbe el desarrollo del magno evento.

Más aún teniendo en cuenta el alto nivel de inflación del país, esta decisión tiene un matiz político altamente sensible, no solo por la amenaza de descontento popular, sino también por el riesgo inflacionario que conlleva.

Entonces, ¿por qué hacerlo ahora?

El gobierno anunció un aumento de 17% en el precio de la gasolina y 18% en el caso del diesel, así como un incremento de 5% en la tarifa de electricidad para uso comercial. El precio al por mayor del combustible para la aviación ha sido elevado 25%.

Los analistas barajan algunas razones poderosas tras la decisión del gobierno chino.

Para comenzar, China es el octavo país asiático en adoptar esta medida, desde el mes pasado. Indonesia y la India elevaron los precios del combustible porque ya no podían afrontar el pago de subsidios, pero claramente ese no es el caso de China, país que cuenta con amplios fondos para costear estos menesteres.

Entre los motivos internos que llevaron al gobierno a tomar esta decisión está sin duda la escasez de combustible, en especial de diesel. Varias estaciones de gasolina se vieron obligadas a racionar el suministro u operar solo unas horas al día.

La restringida actividad de las refinerías locales trajo como consecuencia que China se convirtiera por primera vez, en un importador neto de gasolina en mayo.

Las refinerías pierden dinero al vender gasolina y diesel a menos del costo del crudo necesario para producirlos. Las compañías eléctricas están en similar situación, en tanto la tarifa de electricidad no logra cubrir el costo del petróleo. Varias de estas empresas habían paralizado su producción.

De expandirse a nivel nacional, estas limitaciones en el suministro podían causar serios estragos en la actividad económica del país, posiblemente mayores que el efecto inflacionario del alza en los precios del combustible.

En segundo lugar, están los subsidios. China al igual que otros países en desarrollo en Asia, establece límites a los precios de la energía y el combustible para proteger a los pobres. Para compensar el alto costo del crudo que pagan las refinerías estatales, el gobierno les brinda millonarios subsidios.

Los subsidios y el control de precios del combustible en China, estaban en la mira de la comunidad internacional, siendo objeto de duras críticas. Durante el Diálogo Económico Estratégico entre China y Estados Unidos, en días previos al alza, Henry M. Paulson instó a China a levantar los controles de precios y subsidios en el sector energético.

Y es que, según los expertos, existen razones para afirmar que los subsidios que desembolsa el gigante asiático distorsionan los mercados globales, estimulan un mayor consumo e impulsan el alza de los precios del petróleo en otras naciones.

Inclusive después del alza los precios de la gasolina y el diesel en China son 25% y casi 40% inferiores a los de Estados Unidos.

Tercero, la noticia de que la inflación cedió terreno en mayo, dio un respiro a las autoridades y allanó el camino para esta decisión. El IPC cayó de 8.5 en abril a 7.7% en mayo.

Por otro lado, están los motivos políticos externos. Académicos chinos consideran que la medida representa un giro en la postura china sobre el tema. Se trata de un cambio de actitud que refleja que China está asumiendo con mayor responsabilidad su creciente rol en la economía mundial. Así, el gigante asiático ha mostrado su interés en unirse a las potencias mundiales en su desesperado afán de controlar los precios récord del petróleo.

Un gesto significativo en este sentido ha sido la asistencia del vicepresidente chino Xi Jinping a la cumbre de emergencia de los países consumidores, productores y líderes empresariales del mundo petróleo, celebrada en Yeda el 22 de junio. Xi Jinping es el funcionario de más alto rango que asistió a una reunión global sobre petróleo.

¿Y que pasará con la inflación?

Los economistas estiman que el impacto inmediato en la inflación sería de un 0.4% a un 0.9%, en principio. Sin embargo, Merrill Lynch considera que el efecto pasaría a los consumidores a través de otros canales como los precios de los alimentos en las zonas urbanas.

Es por ello que la medida vino acompañada de programas para minimizar su impacto en los pobres.

El gobierno anunció subsidios específicos para los agricultores, conductores de taxis y grupos sociales de bajos ingresos. Según fuentes oficiales el total de subsidios ascendería a unos 2 mil 900 millones de dólares. De los cuales unos mil 700 millones irán al sector pesquero, silvicultura, transporte público y taxis y unos mil millones se destinarán a los campesinos.

Adicionalmente, los precios del gas natural y el gas licuado permanecerán invariables. Las autoridades anunciaron a la par unos topes para el precio del carbón destinado a las compañías energéticas.

Y ¿qué otros efectos tiene la medida?

Por lo general unos precios más altos de combustible motivan a los consumidores a reducir su demanda y ser más eficientes en su uso de la energía, pero en el caso de China, esto podría no cumplirse literalmente.

Según la Agencia Internacional de Energía, si bien la subida de precios es suficiente para paliar la escasez de combustible al por menor en la parte continental, existe una gran demanda acumulada - desde 2007- por lo que el crecimiento de la demanda energética china podría inclusive acelerarse si el alza de los precios mejora el suministro del combustible.

Se espera que tras la medida, las refinerías chinas aumenten su producción, reduciendo la escasez de suministro energético en el país, ahora que pueden cobrar precios más altos.

Los precios altos frenan la demanda cuando los consumidores cuentan con opciones energéticas alternativas, lo que no sucede en China. Y si la economía china sigue creciendo a un 10% anual, la demanda de petróleo seguirá siendo alta aunque los precios suban.